
Desde que tiene memoria, Iker Ayala supo que su destino estaba ligado al fútbol americano. No fue algo que eligiera, sino un legado familiar. Su padre lo llevaba a ver juegos desde pequeño, y poco a poco, el deporte se convirtió en parte de su vida. Pero no solo fue pasión, también destino. «Desde mi papá hasta mi hermano más pequeño, todos somos QBs». En su familia, ser mariscal de campo es más que una posición, es un sello.
Sin embargo, su camino hasta consolidarse como quarterback no fue tan directo. En sus primeras temporadas en infantil y juvenil, tuvo que jugar en varias posiciones. «Mis primeras tres temporadas en infantil jugué de corredor, y en juvenil, por falta de equipo, tenía que jugar de corredor, safety y wide». No fue fácil, pero con el tiempo entendió que esa experiencia le dio una visión distinta del juego. «Me considero afortunado por este don que me dio la vida de desarrollarme en esta posición». Y cuando finalmente se quedó como QB, no hubo vuelta atrás.
Cuando terminó su etapa juvenil, tuvo ofertas de programas importantes para dar el salto a liga mayor, pero decidió quedarse en Linces UVM. «Tuve ofertas de instituciones grandes, pero decidí quedarme en UVM para escribir mi propia historia y la historia de la institución». No buscaba solo ganar, sino construir algo significativo, algo propio.
Iker es un quarterback dual threat, capaz de hacer daño tanto con el brazo como con las piernas. ¿Lanzar o correr? Para él, no hay una respuesta correcta. «Me siento cómodo haciendo las dos cosas. Mi preparación física y mental me ha ayudado a jugar a este nivel y hacer ese tipo de cosas». Y lo disfruta, porque es cuando siente que su juego fluye mejor. «Cuando puedo hacer mi juego, es cuando mejor me desarrollo».
Esa confianza lo llevó a competir de tú a tú contra equipos de élite como Borregos Monterrey y Pumas CU. En el partido contra Borregos, Linces estuvo muy cerca de dar la sorpresa. «Disfruté ese juego, me sentía con ganas de hacer las cosas y en control de todo lo que tenía que hacer». Sus coaches le repetían una frase que se quedó grabada en su mente: «Un QB élite tiene que hacer que se vea fácil». Pero en una cuarta y una, faltó cerrar la jugada. «Tuvimos que ser más físicos y ganar esa yarda que nos faltó». Y en este deporte, los pequeños detalles son los que definen un partido.
Contra Pumas CU, la historia fue distinta. Linces tenía ventaja de 27-9, pero en el último cuarto, todo se les escapó. «Siempre me sentí en control de la ofensa, pero creo que nos relajamos y dejamos de hacer muchas cosas. Hubo un momento en que todos estábamos pensando en que ya acabara, y eso fue lo que nos mató». Una lección dolorosa, pero necesaria para un equipo que quiere llegar más lejos.
En casa, la competencia no es solo en el campo, sino también en la familia. Su hermano, Iram Ayala, es quarterback en Leones. Entre ellos no hay envidia, sino motivación. «Es muy divertido, disfruto ver a mi hermano jugar. Es un gran QB y tiene mucho que desarrollar». Pero como buenos hermanos, también son rivales naturales. «Somos muy competitivos desde chicos, siempre hemos sido así y nos ayuda a sacar la mejor versión del otro».
Después de un año en el que Linces se consolidó como una de las grandes sorpresas de la liga mayor, Iker ve el futuro con optimismo. «Linces 2025 es un gran equipo que de nuevo saldrá a demostrar de lo que estamos hechos». Sabe que la clave está en seguir creyendo en el proyecto y en su potencial. Además, la nueva generación de Linces, subcampeones en juvenil, está lista para reforzar el equipo. «Este año se suman jugadores de impacto inmediato. Creo que es la generación que será la cereza en el pastel para el programa».
Pero más allá del futuro, Iker entiende que el fútbol americano no es solo sobre los jugadores en el campo, sino sobre toda una comunidad. Su mensaje es claro. A los jugadores jóvenes, les dice: «Sigan preparándose, no dejen de luchar por lo que quieren y sueñen en grande». A la afición, les pide que sigan creyendo en el equipo. «Queremos el JOM lleno en todos los juegos».
Porque el camino de Linces UVM apenas comienza. Y con Iker Ayala al mando, la historia sigue escribiéndose.
Esa confianza lo llevó a competir de tú a tú contra equipos de élite como Borregos Monterrey y Pumas CU. En el partido contra Borregos, Linces estuvo muy cerca de dar la sorpresa. «Disfruté ese juego, me sentía con ganas de hacer las cosas y en control de todo lo que tenía que hacer». Sus coaches le repetían una frase que se quedó grabada en su mente: «Un QB élite tiene que hacer que se vea fácil». Pero en una cuarta y una, faltó cerrar la jugada. «Tuvimos que ser más físicos y ganar esa yarda que nos faltó». Y en este deporte, los pequeños detalles son los que definen un partido.
Contra Pumas CU, la historia fue distinta. Linces tenía ventaja de 27-9, pero en el último cuarto, todo se les escapó. «Siempre me sentí en control de la ofensa, pero creo que nos relajamos y dejamos de hacer muchas cosas. Hubo un momento en que todos estábamos pensando en que ya acabara, y eso fue lo que nos mató». Una lección dolorosa, pero necesaria para un equipo que quiere llegar más lejos.